martes, 19 de octubre de 2010

RECUERDOS

A veces determinados recuerdos se me antojan como suaves descansos en mi infatigable e incansable memoria. Soy como una máquina expendedora de recuerdos.

Hay recuerdos que alimentan mi espíritu y me llenan de ternura, quizás bien es verdad, que de mi infancia pocos o casi ninguno son los recuerdos para los que no esboce una sonrisa y me sienta tan feliz como en aquél momento que viví. Sobre todo, los vividos con mis padres, hermanos y abuelos. Como en la serie "Cuentamé" vivíamos todos tan felices en nuestro piso de 70 m2, los siete.

Teníamos la gran suerte de que, además de ser un piso en la calle Serrano, alquilado después de la guerra por mi abuelo, había calefacción central y aunque vívíamos en un 8º piso, y el calor tardaba en hacerse presente, cuando llegábamos del Cole, esos días fríos de invierno de Madrid (entonces hacía mucho frío y nevaba mucho), poníamos nuestros zapatos (gorilas, que era el nombre de la marca), debajo del radiador del recibidor, hasta la hora de marchar de nuevo al Cole, el placer de ponerte nuevamente esos zapatos calentitos para salir al frío de la calle, siempre lo recordaré.

También recuerdo el frío por las mañanas al levantarme para ir al Cole, me arrebujaba entre las sábanas y las mantas, con olor a limpio, con muy pocas ganas de salir de mi escondrijo, pero siempre llegaba la voz de mi madre o de mi abuela para sacarme de mi ensoñación y llevarme a la cruda realidad.

En mi casa no había baño completo, como hay ahora en casi todas las casas, y hasta dos o tres si me apuras, nosotros teníamos un baño pequeñito con su taza, su lavabo y nada más. Pero eso sí por las mañanas muy temprano se convertía en la Ópera de Paris, con mi padre afeitándose y deleitándonos, a los que a esas horas eramos capaces de escuchar, con cualquier ária de cualquier ópera o zarzuela. Sobre todo recuerdo la de "Brilla tizona de fino acero......"que delicia escucharle.

Para bañarnos, cuando eramos pequeños mi madre utilizaba la pila de piedra blanca de la cocina, la llenaba con baldes de agua, que previamente había calentado en la cocina de carbón. A mi me gustaba mucho mi baño diário, pero crecí enseguida y se me hacía muy cuesta arriba meterme en la dichosa pila, me clavaba los grifos de metal dorado en mi espalda y a mis hermanos les pasó igual.

Hasta que al final la Casera, que era un pelín difícil de convencer, nos dejó hacer en la habitación donde dormíamos mi abuela y yo una ducha, en la que para subir a ella tenías que haber hecho previamente un cursillo de escalada sin cuerda. Pero bueno menos era nada o mejor dicho lo que teníamos.

A pesar de todas éstas dificultades, y alguna más, mi casa era una casa llena de amor y de felicidad..

4 comentarios:

  1. Yo también recuerdo tu casa, vagamente, pero la recuerdo; y recuerdo también con cariño a tu familia, a tus padres, a tus hermanos, incluso a tu perro. Pasé buenos ratos en tu casa. Que tiempos (Cat Stevens, Elton John, Don McLean).
    Recuerdo también a tu amiga Lourdes, gran persona; y vuestras voces cantando a coro.
    Recuerdo tantas y tantas cosas que me producen una inmensa alegría y a su vez una especial tristeza, o será melancolía, o tal vez será que me estoy haciendo mayor.
    De momento sigo anónimo, aunque ya menos.

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  2. No te hagas mayor, eso son tontunas. Vale anónimo.

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  3. Estoy de acuerdo contigo Margui, el niño interior siempre presente, hacerse mayor nunca.

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  4. Cuanto amor en esos recuerdos!!!
    Trae a mi memoria las palabras de mi abuela:
    "Mi casa es pequeña, tengo poco dinero, pero mi
    olla y mi corazón son grandes."

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